Bernard Horande
Kluiverth Roa nos conmocionó a todos. El asesinato de este niño – sí, a los 14 todavía se es niño…. – nos hizo ver la semana pasada una de las fachadas más oscuras de estos 16 años. Y mire que hemos visto unas cuantas.
Kluiverth abandonó esta vida cuando, tal como escribió alguien a quien quiero mucho, “iba cargando con su morral de travesuras, el amor de sus padres y una vida completa por delante”.
Pocos días antes de este horrendo crimen, una Resolución autorizaba el uso de armas de fuego para reprimir manifestaciones.
Una gran parte del país advirtió sobre las consecuencias negativas de la misma. Pero el Ministro de la Defensa la calificó como “amplia, sensata y que respeta los Derechos Humanos”.
Nada de sensata. Nada de respetar los DDHH. Pero sin duda sí que es amplia. Tan amplia que iba dirigida a la Fuerza Armada y un Policía Nacional la hizo suya.
La respuesta de Maduro se convirtió prácticamente en una justificación del asesinato. Acusó a la oposición de captar jóvenes para incorporarlos a sectas. Nos enteramos ahora que, para Maduro, los boy-scouts, organización a la que pertenecía Kluiverth, son una secta de la derecha, con características casi que satánicas.
El padre de Kluiverth, dentro de su inmenso dolor, le respondió a Maduro interpretando a la mayoría de los venezolanos:
“Presidente, no tiene por qué decir tantas idioteces”.
Consejo que por supuesto no será escuchado y menos aplicado, por cuanto no se trata solamente del “no querer”, sino del “no poder”.
Este espantoso hecho se suma a la retahíla de idioteces cometidas en estos 16 años por un régimen inhumanamente nauseabundo.
El Papa Francisco rezó por Kluiverth este fin de semana. “Rezo por las víctimas y en particular por el muchacho muerto hace unos días en San Cristóbal».
Hagamos nuestro trabajo democrático para que esta pesadilla no dure más y que se eviten pérdidas adicionales de jóvenes venezolanos, que mucha falta harán para cuando pronto toque reconstruir a Venezuela.
Bernard Horande 